Alacranes de la noche,
en la espalda desatino;
fuentes timan, son derroche,
al Caribe colombino.
Atilas del verde lecho,
águilas en la posada.
Bordan de pesar mi pecho,
soy vaivén y llamarada.
Libertad es la ilusión
que difunden por la tierra
y mi pueblo el centurión
cada vez que van a guerra.
Oro, mirra, amarga luz,
victimarios del mendigo,
en altar a su arcabuz
a Dios ponen por testigo.
Los sombreros de su agente
de cincuenta estrellas son,
capitula lo evidente,
es lacayo y gran bufón.
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Soy Boricua, sangre ardiente,
he sufrido la pelea,
¡Ay! corona penitente,
es mi hermano y me golpea.
Si el azote fraternal
me dejara agonizante
y mi aliento celestial
se dispersa en ese instante,
les prometo que al partir
la comparsa de tozudos,
audiencia voy a pedir
en el Reino de los Mudos.
A Moisés le exigiría:
“Dame otro mandamiento.
La colonia es armería
y al armero lo resiento.
De la Patria sé tribuna,
hazla fuerte, hazla fiera;
es tan linda y sólo una,
una y sola mi bandera”.
José Vidal – Pepín 2007 ©
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